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Cómo sobrevivir a los excesos navideños – Cuatro trucos infalibles

Estaba preparando la sesión de coaching con una clienta y se me ha ocurrido compartir contigo una pequeña parte del trabajo que vamos a hacer hoy. Porque hoy precisamente toca esa sesión previa a las fiestas que resulta tan necesaria para cualquier persona que está en un proceso de cambio. Espero que te resulte interesante y, sobre todo, que lo apliques y te sirva mucho.

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Las Navidades son sinónimo de celebraciones: cenas con amigos, almuerzos con la familia, cañitas con la gente del trabajo, fiestas y más fiestas… De modo que estas fechas terminan siendo para nuestro sistema digestivo y para nuestro peso como un elefante en una cacharrería, nos lo deja patas arriba. Para que no te ocurra lo de todos los años, hoy te cuento cuatro trucos efectivos para evitar los excesos navideños sin que tengas que pasar hambre ni mucho menos renunciar al disfrute.

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BEBE AGUA

Puedes que estés pensando que lo de beber agua es para que se te vayan las ganas de comer. Y sé que esto de beber agua te lo dice todo el mundo. Lo  más seguro es que tú hayas comprobado que eso del vaso de agua no te quita las ganas de comer ni nada por el estilo. Sin embargo, la cuestión no es que bebas un vaso de agua para quitarte el hambre, sino que te mantengas hidratada, que es muy distinto.

Y las Navidades también son fiestas en las que es muy frecuente beber una copa de vino o de champagne. Y, aunque es un hecho bien conocido por la mayoría que el alcohol deshidrata, lo que no es tan frecuente saber es que la deshidratación se refleja en nuestro cuerpo con una ligera hambre. Dicho de otra manera, muchas de las veces que, de repente, sientes el estómago vacío, pidiéndote comer, en realidad, es nuestro cuerpo pidiéndonos que nos hidratemos, que bebamos algo de agua. De modo que, si a esa deshidratación le sumas la deshidratación del alcohol frecuente en las comidas de estos días, la suma es explosiva.

Pero seamos realistas, te vas a echar tus copichuelas y vas a brindar por todo lo que tienes que brindar. Genial, hazlo (y no vamos a entrar en lo que debes o no debes hacer después de beber alcohol), pero ten en cuenta tres cosas para que el efecto del alcohol sea el menor posible:

  1. Mantente hidratada a lo largo del día. Bebe la suficiente agua para que, cuando tomes alcohol el efecto no sea todavía peor en cuanto a la deshidratación.

  2. Bebe muchas más agua tras la ingesta de alcohol, puesto que el alcohol agrava la deshidratación.

  3. Incorpora aceite de coco a la mañana siguiente porque ayuda a reducir el exceso de alcohol en sangre. Prepárate un batido o un zumo que son altamente hidratantes y añádele una cucharada de aceite de coco. (Aquí te dejo una receta de un batido verde al que le puedes incorporar el aceite de coco).

Si en tu caso, no tomas alcohol durante las fiestas, recuerda que, si no consumes suficiente agua, puedes sentir un hambre que no es real y comer más de lo que realmente necesitas. Mi recomendación es que bebas agua media hora antes de comer y dos horas después a lo largo del día. Así estarás hidratándote, pero sin perjudicar la digestión al no diluir los jugos gástricos.


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NO TE SALTES NINGUNA COMIDA

Una de las cosas más importantes que tenemos que hacer para evitar los excesos navideños es, sin duda, controlar lo que comemos. Cuando nos reunimos con la familia y los amigos, la alegría del momento y el estar enfrascados en una conversación amena hace que olvidemos por completo la cantidad de veces que llenamos el buche. Por eso, si encima tenemos hambre, el número de recorridos que hará nuestro tenedor del plato a la boca será muy elevado.

Muchas veces la gente piensa que, como por la noche se van a poner las botas, lo mejor es no almorzar. Sin embargo, esto es totalmente erróneo y descabellado. Está claro que, si no tomas nada al mediodía, vas a llegar a la cena con un hambre que te llevará a comer el doble. Así que olvídate de saltarte las comidas para compensar los excesos posteriores porque no te van a llevar por buen camino.

Alguna clienta me ha comentado que no come en todo el día porque quiere probar de todo lo que hay y disfrutar de esos platos que no suele comer el resto del año. Siempre le pregunto lo mismo: ¿Y terminas disfrutando de esos platos? La respuesta después de un pequeño análisis es no. No, porque llegas con tanta hambre que devoras y no saboreas nada de lo que tienes en el plato. De modo que, cuando se quiere dar cuenta, el plato está vacío, su barriga a punto de explotar, y su sentimiento de culpa desbordando todo.

Así que ¿lo mejor? Hacer tus comidas habituales para poder servirte una cantidad normal en la celebración. Está claro que así podrás disfrutar más de cada bocado que le des a esos platos.

VETE SIN HAMBRE

Puedes pensar que estamos hablando de lo mismo que en el párrafo anterior, pero no es así, porque tú puedes haber almorzado, pero llegar a la cena de Nochebuena muertita de hambre. Y estarías en una situación bastante parecida a la que describíamos antes.

¿Qué debemos hacer para no comer las cantidades que realmente no debemos? Pues algo básico y muy simple. Evita esa hambre voraz que te lleva hasta mirar mal a la persona que tienes al lado si se sirve la última croqueta. Lo mejor es que hayas comido algo antes. A ver, no es cuestión de llegar a una cena sin ganas de comer. No, no estamos hablando de eso. De lo que hablamos es de que llegues sin esa hambre que convierte tu estómago en el bolso de Mary Poppins, vamos, un saco sin fondo.

Mi recomendación es, que si tienes una cena, hazte una buena merienda; que tienes un almuerzo, hazte una buena media-mañana. Pero no vayas a coger y comerte como tentempié todos los polvorones que hayas encontrado en la despensa. La cuestión es elegir un snack saludable. Si consigues llegar con el hambre justa y necesaria, te podrás sentar a la mesa y podrás disfrutar de la comida sin acabar con la sensación de que las paredes de tu estómago van a reventar de un momento a otro. (Aquí tienes un snack saludable para antes de las fiestas)

CONTROL AL PICOTEO


Muchas veces los almuerzos o las cenas se convierten en un picoteo lleno de platos deliciosos. La mayoría de los casos no nos encontramos con tres o cuatro platos. Resulta que, cuando nos sentamos a la mesa, tenemos un festín de variedad tal que hace que no sepamos ni por dónde empezar. Y le echamos mano a unas croquetitas, a una tortillita, a un trocito de empanada, a un poquito de pan con guacamole, a unas empanadillas que también tienen una pinta increíble, y así sin parar. Y empieza el muelle a trabajar. Y yo le llamo “el muelle” al efecto que tiene el brazo, que parece que ha sido poseído por un muelle que hace que empiece a moverse de un plato a la boca y de la boca a otro plato ad infinitum.

Pero hay un truco para que «el muelle» no entre en acción y haga de las suyas: servirse en un plato una cantidad prudente. Si hay siete platos de tapas distintos, quizá sepas que con dos de cada vas a tener bastante. Con esto conseguirás dos cosas principalmente:

  1. Saber exactamente lo que vas a comer, lo que te llevará a servirte una cantidad normal, y no como si fueras a repartir entre todos tus vecinos.

  2. No comer con ansia viva por pensar que te vas a quedar sin probar esas maravillosas empanadillas que dice tu prima Puri que ha hecho, y así disfrutar de cada cosa que hay en la mesa.

Sea como fuere el truco o trucos que vayas a poner en práctica, ten en cuentan una cosa: disfruta de la fiesta, disfruta de las personas que quieres y tienes cerca, disfruta de la suerte de la comida rica preparada con amor. Mañana seguro que habrá opción para arreglar el pequeño desastre de hoy.

Un abrazo y felices fiestas a todos,


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