top of page
Buscar

Cuando la enfermedad toca a tu puerta

Hace unas semanas escribí el contenido de este post, pero lo hice en forma de mensaje para una persona que está pasando por un momento muy duro. Al principio pensé mandárselo a ella de manera privada, pero finalmente me di cuenta de que quizá podría resultar beneficioso para las demás mujeres que forman ese grupo tan lindo con el que estoy trabajando. Y luego, recapacitando, pensé «¿por qué no publicarlo en el blog? quizá llegue a más gente que se encuentre en una situación parecida, mujeres con enfermedades autoinmunes, por ejemplo. Así que, aquí estoy, después de muchas semanas sin escribir, para compartir contigo algo muy personal e íntimo, que espero que te sea de utilidad.

∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨∧∨

Hola Preciosa:

Ayer me quedé hecha polvo cuando te escuché. Empatizo mucho, por suerte o por desgracia, con las personas con una salud delicada. No tenía ni idea de tu problema. Además, como apareces tan activa en el grupo y tan sonriente siempre, pues no podía sospechar que estabas fastidiada por lo que comentaste. Los problemas laborales también los conozco y empatizo mucho con todas las que estáis pasando por una situación dura, pero aunque pueda parecer cruel, es un trabajo. Te puede amargar la vida y te puede afectar la salud, así que es fundamental que todas trabajemos en ello para que no llegue el punto en que nuestra salud se resienta porque se pueden encontrar otros trabajos. La salud es la que tenemos o la que perdemos, y cuesta menos encontrar un nuevo trabajo, que recuperar nuestra salud (y eso teniendo en cuenta los tiempos que corren). Con esto no quiero quitarle importancia a los problemas laborales por los que estáis pasando, todo lo contrario. Es fundamental solucionar el conflicto para que no afecte a algo mucho más importante, algo que está por encima de ellos, que es vuestra salud.

Y, después de este rollo de introducción, te voy a poner aquí lo que yo haría, hoy por hoy, si tuviera nuevamente una crisis importante con respecto a mi salud:

1. Darme mi tiempo para asumir la situación mientras lloro y me «acuerdo» de todo lo que se menea. Sí, «acuérdate» de todo, de lo que haga falta; desahógate y descarga si así te sientes mejor.

2. Cogerme una baja en el trabajo para poder tener mi espacio y mi tiempo para mi recuperación. Esto yo no lo hice por mi rigidez y por mi sentido del cumplir. Sólo estuve de baja cuando estuve hospitalizada o días muy contados porque no podía casi ni levantarme (no he estado más de una semana de baja y ha habido años en los que ni me la he cogido). Esto va en tu perjuicio.

3. Hablar con las personas más cercanas y contarles la situación, pedirles su apoyo. Y en realidad, cuando pides apoyo, lo haces porque lo necesitas tú, para darte permiso y aceptar que necesitas ayuda, porque muy probablemente ellos ya te lo están dando y ellos sienten que no es necesario que se lo pidas, pero te repito, es para ti.

4. Cuando ya hubiera «pasado» por esa fase de «¿por qué yo?!” ponerme manos a la obra.

Yo estuve pasando por esta fase y tardé unos años en salir de ella: muy pocos días buenos, muchos días malos. Ahora la recuerdo como si fuese una pesadilla y no algo que viví. Curiosa la vida, ¿verdad? Creo que así de bonita es. Ella te ayuda a sanar y a olvidar.

Una vez que hayas pasado y superado esa fase, te toca la siguiente, que es la de “voy a hacer todo lo que esté en mis manos para ponerme bien, para estar un poquito mejor cada día; y las pocas energías y ánimo que tenga lo voy a dedicar a ello”. Y aquí tendrás días malos también, días en los que sólo tendrás ganas de llorar, ganas de tirar la toalla, y tienes que darte permiso para hacer un paréntesis y llorar nuevamente. Cuando dejes el dolor detrás, cuando vuelvas vaciar tu pena, seguirás caminando. La diferencia con respecto a la primera fase es que aquí el llanto y el lloro lo tienes un día, dos a lo sumo, pero después tienes que centrarte en trabajar para ti, para tu salud.

Y aquí es un trabajo muy personal, que tiene que ver con tus creencias y con tu forma de entender la salud. Muy pocos médicos van a apoyar que vayas por otro camino. Mis médicos se reían en mi cara y me miraban con cara de “pobre diablo” cuando les decía que estaba haciendo cambios en mi alimentación y que estaba empezando a notar mejoría. Si se me ocurría hacerles una sugerencia porque llevaba meses leyendo artículos y documentándome, saltaban a la defensiva, empezaban a hablar lo más técnico posible para que no llegara a entenderles y me trataban en plan “no te metas en mi terreno que no tienes ni idea por mucho que hayas leído”. Una reumatóloga me dijo que yo era una paciente antipática (tal cual, lo juro) y como estaba mi madre delante añadió “antipática, de cara a la medicina, entiéndame señora”. Yo no la entendí, la verdad. Se lo comenté a mi hermana que es enfermera me dijo que era porque, al no tomar medicación, no tenían datos y que sólo podían atenderme y listo, sin sacar información para ver efectos secundarios de la medicación y poder tener datos para sus estudios y sus congresos. Yo le dije a mi hermana “pero si le he dicho que gracias a los cambios que he hecho me estoy empezando a encontrar mejor, pero no me han preguntado nada!”. Mi hermana me dijo “esos cambios que tú haces no son interesantes para ellos”. Yo aluciné. Supe en ese momento que rara vez serviría hablar con un médico para que realmente me ayudara. Con esto no te quiero poner en contra de la medicina alopática (creo que para tratar los casos de urgencias son los mejores, pero para las enfermedades crónicas les queda mucho camino que hacer). En este mundo hay de todo, de modo que no es una afirmación categórica.

Lo que quiero que entiendas es que hay muchos caminos, muchas alternativas y que no todo el mundo estará de acuerdo en que te decantes por uno, sobre todo si es el que no transita la gran mayoría de la gente. Si quieres intentar otras alternativas, te aconsejo que te informes y que pruebes con aquellas que resuenen contigo. Ponte sólo en manos de profesionales de los que tengas referencia y así las posibilidades de que no haya empeoramiento serán más altas. La gran mayoría de las terapias alternativas no son invasivas. Hay muchas terapias energéticas que ni te tocarán el cuerpo físico. Yo he probado bastantes cosas y estoy convencida de que todas, unas más que otras, han influido en mi mejora: medicina ortomolecular, naturopatía, pares biomagnéticos, biorresonancia, acupuntura, etc.

Sin embargo, antes que todo esto para mí es fundamental dos cosas: la alimentación y las emociones. Tienes que trabajar en ambas porque son el pilar fundamental para que tu cuerpo, tu alma… para que todo tu ser vaya por el camino de la salud y deje atrás el de la enfermedad. Tu cuerpo te está mandando un mensaje: “Querida Laura, no estás haciendo lo mejor para ti, para mí, para ambos. Te estoy avisando desde hace tiempo. ¿Me escuchas? Por favor, cuídame, cuídanos, estoy aquí para darte lo mejor, pero tienes que escucharme. Y como no consigo que me escuches, grito cada vez más alto, y así me puedas prestar atención”. Tienes que conectar con tu cuerpo, darle amor y ver qué te está queriendo decir. Sé que no es algo fácil y rápido, pero no te queda otro remedio que hacer lo que tienes que hacer. Yo sigo trabajando cada día para llegar un poquito más lejos porque, aunque ha mejorado colosalmente, sé que no puedo olvidarme de mi salud, de mi cuerpo, de mi alma, de mí, jamás.

Espero no haber molestado con este mensaje a nadie, sólo quiero a través de mi experiencia ayudarte a ti, Laura, y a todas las demás. He pasado por esas épocas que te he comentado y he tenido días de todos. Sé lo duro y lo difícil que es. Y sé que nada de lo que los demás te digan, tendrá el efecto deseado, será suficiente consuelo o te ayudará lo suficiente como para superar esto que tienes entre manos. Lo que yo te cuento es mi experiencia, y los consejos muy genéricos que te doy se basan únicamente en ella. Está en ti la respuesta, el trabajo y el cambio. Es duro, pero puedes mejorar, sólo depende de ti. Sabes que cuentas conmigo y tooooodo en lo que te pueda ayudar, me tienes aquí. Esto también va dirigida para las demás. En lo que humildemente os pueda ayudar, contáis conmigo. Un abrazo y ánimo a todas.

Y así termina este mensaje que compartí con ese grupo de mujeres. Espero que a ti también te pueda ayudar. Si tienes la suerte de no encontrarte en una situación parecida, pero conoces a alguien que sí puede estar pasando por un mal momento, se lo puedes hacer llegar. Muchas veces el sentirnos acompañadas en el camino es parte de una solución que requiere de mucho amor, comprensión y paz. 

Os mando un abrazo a todos,


PD: sé que cada uno es un mundo, sé que cada situación es diferente, pero sé que parte de la solución es común en todos.

PD2: Laura, en realidad, no se llama así.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page