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Sobre las expectativas en la curación de las enfermedades autoinmunes

Normalmente una persona comienza un viaje de sanación después de haber pasado unos cuantos años perdida y pasándolo mal (o muy mal) por su enfermedad autoinmune. Cuando comienza ese viaje, uno lo empieza como buenamente puede. Sin embargo, esa travesía va a pedir de nosotras que soltemos muchas creencias, muchos modos aprendidos, muchos apegos, muchas adicciones… mucho de todo, de todo en serie, que es lo que abunda sobremanera en este sociedad.


Y sobre uno de los aspectos que hay que soltar es de lo que quiero hablar hoy: de las expectativas en la curación de una enfermedad autoinmune.


 

Puedes leer este post mientras te tomas algo; o puedes escucharlo aquí, y mirar el cielo. Tú eliges ;-)



Cuando uno está empezando a hacer un camino de sanación o curación de su enfermedad autoinmune, la expectativa que se tiene normalmente es la de mejorar los síntomas, la de que no sean tan molestos, la de que no le fastidien tanto el día a día.


Así que no se tienen grandes pretensiones. No entra en el esquema mental, en el paradigma de nadie el hecho de que se puede curar una enfermedad autoinmune.


En realidad, cuando yo comencé mi propio viaje, no lo hice con la idea de que llegaría un día en que estaría “curada” (en otro post te explicaré porqué entrecomillo esta última palabra). Yo lo único que quería era sentirme un poco mejor. Con eso me conformaba.



Pero a todas nos llega el momento de que esos primeros pasos tímidos que se dan, te ponen frente a una bifurcación: por un lado, el camino se acaba y te quedas en lo que te resulta familiar; y, por otro, se ve una larga senda sobre la que la vista se pierde.


Y toca decidir: te quedas donde estás; o dar el paso y comenzar a andar ese camino que nunca has transitado, que desconoces totalmente. Y apuestas por la “aventura” porque la alternativa de quedarte donde estás resulta todo menos alentadora.





EL COMIENZO

Y el viaje comienza. Y, como suele ocurrir con casi todo en la vida, los comienzos suelen ser lo que más cuesta. Esos primero pasos que parece que implican sudor y lágrimas.


Y lo difícil que resulte dependerá de cada persona: ¿sé por dónde empezar? ¿cuento con ayuda? ¿estoy atravesando un brote? ¿mi enfermedad autoinmune no me deja tregua?


Podríamos pensar que no es lo mismo tener alopecia aerata en una pequeña zona trasera de la cabeza, que sea solo una pequeña zona la que tenga cabello; tener vitíligo en la parte interna del muslo que tener artritis reumatoide.


Pero tampoco va de comparar ni ver qué proceso autoinmune es más insoportable. Va de cómo está afectando a esa persona eso que está atravesando.


Pero los comienzas también resultan duros por estar desarrollándose y despertándose en ti aspectos y dimensiones que hasta ese momento no se han tenido en cuenta, no se han utilizado. Porque está habiendo un cambio de paradigma.


Y esto es algo sutil, que no se percibe con los sentidos, pero que está ocurriendo y que tendrá su repercusión, su efecto.



¿PUEDO ESPERAR ALGO MÁS?

Y, como te decía, yo misma con este viaje lo que pretendía era simplemente mejorar mis síntomas. Con eso me bastaba. Sin embargo, es fundamental que si decides emprender este viaje, cambies tu paradigma, tu esquema mental, y des cabida a la certeza de que te puedes curar. Como, finalmente, hice yo.


Si no, es imposible. Si yo tengo el convencimiento de que no voy a poder hacer lo que los médicos no han podido hacer por mí, por ese mismo motivo, porque la ciencia no ha hecho posible eso, resultará que yo tampoco podré hacerlo.


De modo que ¿puedo esperar algo más que simplemente mejorar mis síntomas? Pues sí. Mi propio caso es muestra de ello. De levantarme como un ángulo de 90º de lo anquilosada que estaba, de tener dolores y un cansancio crónico que me impedían hacer una vida normal, de pasarme 9 meses con 37,5º-38º de fiebre cada día… a estar totalmente libre de la enfermedad.



EXPECTATIVA VS. REALIDAD

Así que imaginemos que tienes claro que es posible. Lo más probable es que te estés haciendo mil y una preguntas sobre ello: ¿Cómo será ese proceso? ¿Será un camino de rosa? ¿Será una pesadilla? ¿Será algo rápido? ¿Tardaré una eternidad? Mil preguntas que pueden surgir, y mil respuestas que pueden haber. Todo dependerá de cada persona.


Por norma general, la gente cree que va a ser un camino continuo hacia delante, que una vez que se empieza a andar, nada ni nadie podrá hacerle parar. Creemos que es algo que será progresivo. Sin embargo, la realidad no siempre es así.


A continuación te dejo un dibujo que representa muy bien cómo se desarrolla, en realidad, ese viaje del que estamos hablando.


Como puedes observar, la sanación no es un proceso lineal. La gente espera que este tipo de experiencias sea como esa línea discontinua, en la que nada ni nadie te detiene, sino todo lo contrario es una incesante ascensión hasta llegar al objetivo establecido. Pero no. No es así.


La sanación te llevará por muchas etapas, pero no en el sentido lineal en la que después de una viene otra. En el transcurso de este viaje sentirás que has vuelto sobre tus pasos y que estás en el mismo punto que creías haber superado. Irás hacia abajo porque parece que no hay opción de ir hacia arriba. En algunos momentos parecerá una montaña rusa que no sabe ni a dónde va.



UN PASEO POR EL DESIERTO

Transitar una enfermedad autoinmune tiene sus momentos de oscuridad absoluta, y es por eso que la mayoría de la gente no hace este viaje. Porque prefieren un alivio temporal, pero no curarse.

Hacer esto, curarse, hoy por hoy, resulta doloroso. Requiere de responsabilidad, esfuerzo, compromiso, disposición a cambiar. Mucha disposición al cambio. De eso ya hablamos hace unos meses ¿recuerdas? (aquí te lo dejo por si no lo recuerdas).


Cuando te estás curando, cuando realmente estás atravesando ese desierto que te vas a encontrar en tu viaje, parece que te estás enfermando. Pero no, es simplemente la etapa del desierto. Y suele haber más de una de esas etapas. Pero la primera vez que te topas con ella pensamos ¡Oh, dios, ¡¿esto qué es?!! ¡¡qué horror!!


Y es que se te presentarán retos que te pondrán al límite, te pondrán a prueba. Te harán maldecir y querer olvidarte de todo, pero la mayoría de las personas no pueden dar marcha atrás. Es algo que nace en sus corazones, un convencimiento de que por delante solo les queda ese camino para seguir recorriéndolo.


Y uno tiene que armarse de todo el coraje y la fuerza que cree que ya no tiene, que ya no le queda, pero que están ahí esperándole. Esa fuerza es tu esencia queriendo recuperar ese equilibrio perdido. Y el equilibrio es plenitud, algo más potente que la felicidad que tantos creen añorar y buscan.


Y aunque estas primeras etapas parecen ser las más duras, las más oscuras, las que más dificultades guardan, hay que atravesarlas.



ALGO MÁS INTENSO

Con todo, también tiene sus etapas de alegría profunda, incluso de algo más intenso, de certeza, de claridad, de paz. Todo eso que da lugar a la armonía, al equilibrio.


Por tanto, independientemente de cómo va a ser el viaje, hay muchas personas que deciden darlo todo y comenzar el camino. Y, cuando se tropiezan con una etapa dura, siguen adelante, con lo que eso supone. Con incertidumbre, con miedo, con inquietud, con trabajo, con la carga de todos sus síntomas, pero también con ilusión, con alegría, con esperanza.


Esas personas, las que avanzan, son las valientes, aunque estén hasta arriba de miedo. Y para esas, te aseguro, siempre hay recompensa.


Un abrazo,







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