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Cómo afecta lo que crees a la sanación de tu enfermedad

Hace cosa de un mes publiqué un artículo en el blog en el que hablaba sobre las expectativas en las enfermedades autoinmunes (si no lo has leído, te dejo el enlace aquí). Sin embargo, a raíz de algunos preguntas que recibí a través del correo, me di cuenta de que había faltado explicar antes algo muy muy importante. Y de eso es de lo que vamos a hablar hoy: sobre de qué manera afecta lo crees a la sanación de tu enfermedad crónica.


 

Puedes leer este post mientras te tomas algo; o puedes escucharlo aquí, y mirar el cielo. Tú eliges ;-)



LA PREGUNTA QUE TE PLANTEO AHORA

En el post anterior lo que venía a contarte era dos cosas principalmente: por un lado, qué esperar cuando has iniciado un viaje de sanación; por otro, cómo sería el recorrido si te embarcaras en ese viaje.

De modo que lo que pretendía era, que te plantearas si creías que podías curar tu enfermedad crónica y, además, compartía contigo cómo suele ser ese camino en el que muchas personas se aventuran.


Sin embargo, partí del hecho de que lo más probable es que creyeras que podías cambiar tu realidad y transformar tu situación actual, y curarte. Y te comentaba que era fundamental que pensaras así, si eso era lo que querías conseguir. Pero ¿y si no creías así? ¿y si no creías que una enfermedad autoinmune es curable? Entonces ¿qué?

Porque frente a la pregunta ¿crees que te puedes curar? Solo hay dos únicas respuestas: sí o no. Se puede o no se puede. Todo lo que sea añadir algo, como un “pero” o un “aunque” (no, pero se pueden paliar los síntomas; sí, aunque realmente estaríamos hablando de...) son simplemente eso, añadidos.


¿Se puede o no se puede? Esta es la pregunta que te planteo que te hagas antes de iniciar cualquier tratamiento, cualquier terapia, cualquier viaje de sanación que quieras hacer. Si me preguntas mi opinión, mi respuesta es que sí, que sí se puede curar una enfermedad crónica, como lo es una enfermedad autoinmune. Ese fue mi caso y esa es mi historia (la comparto contigo brevemente aquí).


Sin embargo, soy consciente de que la gran mayoría de las personas te dirán que no, especialmente los profesionales de la medicina. Puede que, quizá, tú misma creas así y que, además, pienses que esta cuestión no es tan relevante, que tú, con que te sientas mejor de los síntomas que tu enfermedad trae consigo, ya tienes más que suficiente. Te entiendo, durante unos años también para mí eso ya era todo un regalo.



NUESTRAS CREENCIAS DETERMINAN NUESTRAS ACCIONES

Sin embargo, nuestras creencias determinan nuestras acciones. Eso significa que, dependiendo de qué es lo que creo posible, haré una cosa u otra. Si parto de la idea de que, a lo máximo a lo que puedo aspirar, con respecto a mi enfermedad, es la de sentirme mejor, eso será a lo máximo a lo que podré llegar. Ahora bien, si busco algo más que esa mejoría, entonces el planteamiento tiene que ser otro.


Henry Ford, fundador de la compañía Ford Motor Company y padre de las cadenas de producción modernas, dijo “Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto». Es una frase clara, rotunda y que no tiene más vuelta de hoja.


De hecho, párate a pensaren todos aquellos aspectos de tu vida en los que ni siquiera te planteaste si podrías o no hacer algo. Simplemente hiciste lo necesario y lo conseguiste. Ahora bien, si hubieses creído que eso que querías conseguir era complicado, que no había forma, que nadie lo había logrado y, por tanto, tú tampoco podrías, etc., lo más probable es que ni siquiera hubieras dado ese primer paso que te llevó a lograrlo.


Por tanto, tu punto de partida debería ser responder a la siguiente pregunta: ¿Crees que puedes curarte de tu enfermedad autoinmune?


¿Crees que puedes curarte de tu enfermedad crónica?


Si partes de que la curación de una enfermedad es imposible, tus acciones no podrán ir encaminadas a conseguir aquello que piensas de antemano que no es posible que ocurra. Ahora bien, si piensas que quizá puedas lograrlo, aunque sepas que es difícil, esto influirá y ayudará enormemente a que tus acciones vayan encaminadas hacia ese objetivo y, por tanto, las probabilidades de que lo consigas aumentarán.



LA HISTORIA DE LAS CREENCIAS

Si te paras a pensar, podríamos llenar varias hojas listando todas las creencias que a lo largo de la historia se han demostrado erróneas. Los avances tecnológicos y el cambio conciencial ha permitido que lo que antes habría sido im-pensable e in-creíble, hoy en día sea algo más que obvio.

Pongo un ejemplo sencillo para ilustrarlo: viajar en coche. Ya no te hablo de viajar a la luna, sino simplemente imagina que a una persona de mediados del siglo XIX le hubieran dicho que el antiguo carro tirado por caballos que usaba para ir de aquí para allá y transportar cosas iba a ser sustituido por una máquina que, sin el uso de la fuerza animal, podría desplazar a una o varias personas a velocidades muchísimo mayores. La gran mayoría no se lo habría creído.


Si a nuestros bisabuelos o a nuestros abuelos les hubieran contado que existirían unos aparatos que les permitirían hablar con una persona que estuviera en la otra punta del país, no nos habrían creído.


Incluso, si hace 30 años a alguien le hubieran adelantado la existencia de unos teléfonos del tamaño de la palma de una mano que le permitirían hablar con cualquier parte del mundo y que ese mismo aparato le permitiría hacer fotos, grabar vídeos, mandar correos electrónicos, conectarse a Internet y un largo etcétera, la respuesta más probable habría sido: “¿conectarme a Interqué?”


De modo que el ser humano tiene una capacidad de inventiva tan maravillosa que le ha permitido y le sigue permitiendo hacer nuevos descubrimientos e innovaciones tan asombrosos que en otra época habrían sido considerados como ideas salidas de la mente de un loco.


Con estos ejemplos lo que pretendo es llevarte a la siguiente reflexión: somos conscientes de que el hombre tiene una capacidad para imaginar y crear totalmente extraordinaria. Sin embargo, no confiamos en absoluto en las capacidades de nuestro cuerpo para lograr cosas insólitas, como curarse.


Creemos en la capacidad de nuestra imaginación para concebir una idea y creemos también en la capacidad de nuestra mente par hacerla posible, para plasmarla en la realidad. Y ¿qué hay de la capacidad interna de nuestro cuerpo para lograr cosas que hoy por hoy se escapan a nuestra comprensión?


Plantéate, por ejemplo, experiencias como caminar sobre brasas o romper una flecha con el cuello, y salir de ambas indemne. Son experiencias que alteran las creencias que tenga cualquiera con respecto a lo que el cuerpo de una persona es capaz de lograr.


Si alguien nos roza con un cigarrillo encendido, nos apartamos rápidamente porque las células nerviosas de nuestra piel nos advierten en décimas de segundo de que la temperatura de ese cigarrillo nos está causando un calor excesivo y nos ha provocado daño y dolor. Sin embargo, esa misma persona es capaz de recorrer 5 metros de superficie de brasas ardientes.


Al creer que puedo romper una flecha con mi cuello sin hacerme el más mínimo rasguño o que puedo caminar sobre brasas sin quemarme tan si quiera la planta de los pies, lo más probable es que dicha creencia altere mi conciencia, y ésta alteración, a su vez, permite a mi mente influir en las capacidades del cuerpo para hacer eso que cree posible.


De hecho, Fred Alan Wolf, físico teórico, conferenciante y escritor de varios libros, explica su propia experiencia al caminar sobre brasas fundamentándose en el cambio que experimenta el cuerpo en función de las creencias que alberga la mente. Yo, por mi parte, te puedo contar mi vivencia al partir una flecha con el cuello y no hacerme el más mínimo rasguño.


Desde mi experiencia y mi propio proceso te animo a que analices todo lo que has leído y que realices una investigación profunda personal. Empieza revisando cuáles son tus creencias con respecto la curación de tu enfermedad, ¿crees que es posible que un día estés curada o te parece que no puede ser? Al explorar en esta creencia, a su vez, te ayudará a indagar otros aspectos igualmente importantes que se entrelazan con lo que ocurre en tu vida en otros niveles.



ADAPTA TU CREENCIAS A LO QUE QUIERAS CONSEGUIR DE TU MUNDO

Tener una mente abierta frente a todo lo que desconocemos puede ayudarte a hacer que este recorrido sea mucho más interesante, agradable y liviano. Además, nos encontramos en un momento de la historia en que nuestro nivel de consciencia nos permite conocer las dos posibilidades que se nos ofrece y elegir la que queramos.


Por un lado, podemos dejar que sean nuestras creencias las que determinen nuestros objetivos. Eso significaría que, si yo creo que puedo aprender a patinar, aprenderé a hacerlo y lo conseguiré. Esta creencia ha actuado como un motor y ha permitido que alcance algo.


Desgraciadamente, si me decanto por esta opción y me enfrento a una creencia limitante, es decir, una creencia que limita mi realidad, mis posibilidades, entonces ya la cosa no pinta tan bien. Porque, si creo, por cualquier motivo, que no tengo las habilidades necesarias para poder patinar, lo más probable es que no lo consiga. Esa creencia, que yo no tengo las habilidades necesarias, impedirá que encamine mis actos y mis decisiones a aprender a patinar. Y mi realidad confirmará mi creencia.


Ahora bien, la segunda posibilidad es plantearme la vida, no en función de lo que creo que la vida me puede dar, sino en función de lo que quiero que la vida me dé. En este caso, mis posibilidades de éxito son mayores.


Entonces ¿qué pasaría si yo me planteara la vida pensando en lo que quiero de ella y no en lo que creo que me puede dar? Sin duda alguna, mi visión se ampliará a unos niveles que ahora no son posibles. Pensaría en la vida no como una existencia llena de obstáculos, sino en una experiencia llena de posibilidades por descubrir, entre ellas las de que una enfermedad crónica se puede curar.


Un abrazo,







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