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Estas últimas semanas he publicado una serie de post en los que te contaba con bastante destalle el viaje en el que me embarqué a raíz de dos enfermedades autoinmunes.
Por un lado, compartía contigo cuál era mi situación y la evolución de las autoinmunes (Parte 1); por otro, cuáles fueron los pasos que di y las herramientas que utilicé en mi búsqueda por tener una vida “normal” (Parte 2); y, por último, la vivencia que hizo que todo mi mundo se viniera abajo, pero que, a la vez, lo reorientara por completo (Parte 3).
Tras esa hecatombe que experimenté, hoy comparto contigo las herramientas que no solo me ayudaron a reconstruir mi mundo, sino que permitieron que lo hiciera desde un lugar de transformación.
UNA NUEVA BÚSQUEDA
Como te comentaba en el último post, mi mundo se vino abajo tras realizar un ayuno. Y, aunque desconocía por qué estaba así, porque para mí nada de lo que estaba pasando tenía sentido, tuve que ponerme las pilas nuevamente. Y no fue fácil, te lo aseguro. No tenía ni ganas, ni fuerzas, ni energía.
Sin embargo, de la misma manera que, unos años atrás mi estado físico me había empujado a emprender un viaje para mejorar algo mis síntomas, eso nuevo que estaba viviendo me estaba llevando a una nueva búsqueda. Así que me embarqué en un nuevo viaje que no implicaba trabajar el cuerpo físico, pero que, sin saberlo, tendría unas repercusiones brutales .
LA CAUSA DE MIS ENFERMEDADES AUTOINMUNES
Comencé un trabajo terapéutico que me alentó a profundizar en los aspectos más insondables de mi ser. El intenso trabajo de autoconocimiento de aquella época me llevó a darme cuenta de que mis enfermedades no había sido resultado de una genética determinada y de la mala suerte porque se hubiesen activado esos genes.
Ese trabajo y esa investigación me permitieron encontrar sostén en algo más allá de mis emociones. Fue un trabajo a nivel consciencial profundamente transformador. “¿Trabajo a nivel consciencial?”, puede que te estés preguntando.
Lo más probable es que no entiendas a qué me refiero y que incluso, llegadas a este punto, te sientes un tanto decepcionada porque eso de la consciencia parece algo muy abstracto, y tú necesitas pasos claros y precisos para poder recuperar tu salud. Y te entiendo porque yo también estaba convencidísima de que la sanación se producía así, siguiendo pasos y recetas.
Sin embargo, te puedo asegurar por mi experiencia y, evidentemente es solo mi experiencia, que, aunque efectivamente no es algo que se haga siguiendo unas instrucciones, esa pequeña palabra, consciencia, y el viaje en el que te embarcas es lo más maravilloso que te puede ocurrir. Y es ella la clave para que puedas sanar tu enfermedad crónica, tu enfermedad autoinmune.
LAS HERRAMIENTAS
La conciencia vino principalmente a través de las siguientes herramientas: psicología astrológica, arteterapia y biografía. Todas ellas las acompañé de un ingrediente propio sumamente importante, la perseverancia y el deseo de profundizar, de ir más allá. Así que hubo mucho trabajo acompañada, pero también mucho trabajo y aprendizaje propio y autodidacta.
Como te decía una de las herramientas que me permitió esa transformación fue conocer mi carta natal y adentrarme en el mundo de la psicología astrológica (Te contaré más detalles en otra ocasión).
En el caso de la arteterapia, resulta curioso que me aportara tanto porque nunca me gustó ni dibujar ni pintar. De hecho, siempre se me ha dado fatal. Sin embargo, tras un primer contacto que me resultó gratamente sorprendente, empecé a trabajar esta técnica y, a día de hoy, sigo acudiendo a talleres y seminarios de pintura terapéutica, porque esta herramienta me resulta sumamente liberadora y reveladora.
Por otra parte, profundicé en el conocimiento de mi biografía. Lo que hice fue un viaje hacia mis entrañas. Empecé a indagar en todo lo que me conformaba y me conforma. Esto me llevó a tomar consciencia de todo aquello en lo que no había reparado y en todo lo que debía reparar.
Me di cuenta de que la biografía de una persona se convierte en su biología. Así que me centré en conocer mi vida como si fuera, en parte, una observadora ajena que no la conociera, y supiera de ella por primera vez. Pero este trabajo no era un trabajo de psicoanálisis, sino un trabajo en el que fui desentrañando mi vida para verla desde otro lugar, un lugar sanador.
CONSECUENCIAS
A través de estas herramientas y del trabajo personal continuo que realicé lo que, en verdad, estaba haciendo era trabajar mis heridas y curarlas. Esto a su vez, como te comentaba, me llevó a tomar consciencia de aspectos fundamentales y básicos para poder transitar un proceso autoinmune como el mío, y como el tuyo. Esa toma de consciencia fue la guinda del pastel.
Esto, como te puedes imaginar, llevó su tiempo y requirió de la misma fuerza o más que en mi anterior etapa. Empecé a profundizar en aspectos por los que antes había pasado de puntillas. Surgieron preguntas y más preguntas para las que no tenía respuestas, pero me dejé abierta a que vinieran cuando yo estuviera preparada para recibirlas. Y así fue. Todo, poco a poco, empezó a ocupar un lugar, su lugar.
Y, según iba aprendiendo y conociéndome, tocó actuar en consecuencia, algo que no fue nada fácil. Y fue ahí cuando todo empezó a encajar de nuevo. Las piezas del puzzle que se habían desplomado se volvieron a colocar en su sitio. Y aquellas que parecía que nunca habían logrado encontrar su lugar, por fin, lo empezaban a encontrar.
LA RECETA MÁGICA
Lo más probable es que te estés preguntado que si eso es lo que vas a tener que hacer tú para sanar tu enfermedad autoinmune, cuando no resuenan lo más mínimo contigo y, cuando probablemente esperabas herramientas y pasos más concretos.
Sin embargo, es importante que sepas que estas herramientas fueron las que yo utilicé para activar una serie de procesos en mí que me permitieron transformar mi situación, pero no tienen que ser exactamente las que tú tengas que utilizar. De hecho, incluso utilizando las mismas puedes obtener distintos resultados.
Así que siento decirte, pero no hay una receta mágica. Si la hubiera, ya estaría empaquetada y comercializada. El que yo hoy esté como estoy fue algo mágico, sin lugar a dudas. Y esa magia se basó en el conocimiento profundo de quién soy y en la toma de consciencia a la que llegué.
Y durante todo el proceso fue fundamental tomarme mi tiempo, no querer apresurar nada, no esperar un listado de movimientos preestablecidos y cortados por el mismo patrón para todo el mundo.
Y me costó, pero llegó un momento en que supe y acepté, no desde la resignación, sino desde la confianza del proceso, que el camino que estaba haciendo requería calma; que, si realmente pretendía algo más que curarme o sanarme, no podía tener prisa.
Porque la prisa y la necesidad de una receta pertenecía a mi mente racional, y mi mente racional, como la de todo el mundo, se negaba a pasar por el sitio corazón, lo que quería era pasar de puntillas por algo que precisaba que me adentrara en el lugar más profundo de mi ser con consciencia y amor.
LO IMPORTANTE
Y esta es mi historia. He compartido contigo las herramientas principales que utilicé y las que me ayudaron junto con todo el trabajo que había realizado anteriormente para poder estar hoy sin síntomas, sin tratamiento médico, sin revisiones periódicas.
Y, como también has podido leer, es importante que tengas claro que no hay una receta igual para todo el mundo. Y esto no significa que tú no puedas hacer nada porque, como no hay una receta no hay pasos que seguir, no hay nada que puedas hacer. Pero sí que la solución no vendrá a través de una receta exacta y precisa.
De todos modos, como he recibido ya varios correos y mensajes preguntándome y pidiéndome consejo sobre qué hacer, en el próximo post os compartiré algunas ideas que espero que os aporten.
Hasta entonces, te mando un abrazo fuerte,
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